Esta columna la escribí para La Quinta Emprende y la puedes encontrar aquí.

Recuerdo como si fuera ayer la última vez que mi mamá me ayudó con un informe para el colegio. Tenía 8 años cuando le dije que necesitaba hacer las cosas sola, porque yo podía. Por alguna razón quería ser independiente y me empoderé de muy pequeña. En ese momento no me molestaba hacer las cosas sola, al contrario, estaba buscando la forma de copiar la técnica milenaria de calcar un dibujo desde una enciclopedia de papel. Me sentí orgullosa al tener mi primer 7, gracias al informe de los anfibios. Creo que la sensación de entusiasmo era parecida cuando buscábamos en la pila de Icarito recortes a colores para pegarlos en los informes, pero esta vez era diferente, era una nueva técnica conquistada.

También, recuerdo cuando mi papá me mostró su máquina de escribir eléctrica Brother, que podía imprimir gráficos a colores.  Mi primera obsesión en ese momento era poder imprimir con esos mini lápices pasta de la impresora. Quizás no lo entiendan, pero para mí era importante, ¡estaba imprimiendo en colores! Luego de eso, llegaron las impresoras. Gracias a estos periféricos y los computadores podíamos digitalizar todos nuestros documentos y trabajos, ahora no necesitabas pasar tardes enteras buscando en las revistas o libros de recortes que tenías guardados. Ahora existen buscadores con miles de imágenes para crear documentos sólidos y un procesador de texto digital que me permite incluso escribir esta historia.

El fin de semana, avanzamos aún más, ahora tenemos una impresora 3D. ¡Aún no olvido la cara de asombro de mi hijo cuando logramos imprimir un puente para sus trenes!  Quiero pronto poder ver a mis padres para llevarles unos regalos creados con la impresora. La tecnología es asombrosa, ahora no debemos luchar por tener una buena luz para calcar un dibujo, ahora luchamos por elegir qué modelo 3d queremos imprimir y si nos queda filamento PLA para seguir descubriendo.

Agradezco haber vivido la transición de análoga a digital. Agradezco no solo ser una consumidora de tecnología, sino que puedo seguir desarrollando y creando soluciones gracias a ella. En parte, se lo debo a mis padres, porque ellos me mostraron herramientas y empoderaron, a pesar del miedo.

Lo importante es que no nos empoderemos solo algunos, debemos luchar por normalizar y seguir manteniendo activa la capacidad de asombro de todos, por justicia y necesidad. Los invito a enamorarse de las metodologías STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas, por sus siglas en inglés), que busca a través de estas materias empoderar tanto a chicos como a grandes, con actividades prácticas, metodologías activas de enseñanza y robótica educativa.

En tiempos de pandemia, un colegio se mantenía en contacto con sus alumnos a través de material educativo que imprimían. Cuando podemos imprimir no solo fotos, sino objetos, debemos luchar para que todos podamos sorprendernos, conectarnos y crear el mañana. Debemos luchar por una transformación digital para todos.